A la hora de construir una casa, los arquitectos diseñan, crean espacios, ven las distribuciones y los posibles usos de las estancias, se cuida el aspecto exterior, la decoración de la fachada, si lleva piedra o va pintada, si es de ladrillo o con revestimiento cerámico, pero en todo ello un papel principal juegan las ventanas, nos aíslan del exterior impidiendo el paso del frío y del calor, permiten que entre luz al interior, nos facilitan airear los espacios y además consiguen armonizar con el diseño de la fachada y con la decoración interior debido a la variedad de acabados que pueden darse.

La idea de crear vanos, huecos en las ventanas para dejar pasar la luz y como punto de aireación no es nueva, se hace desde tiempos remotos, ya antes del periodo romano, lo único es que con el paso del tiempo se han ido modernizando los materiales que se emplean para ello, desde la ausencia total de perfiles hasta los modernos de PVC, desde el empleo del alabastro o la paja para cerrar el hueco en las épocas frías hasta los modernos cristales con cámara de aire, capaces de captar el calor del sol e irlo liberando poco a poco para reducir el consumo de calefacciones han pasado muchos siglos de trabajo, de innovación constante buscando siempre un punto de confort en las viviendas, lugares de trabajo, de ocio, etc.

No solo podemos elegir los acabados que queramos o las formas: asimétrica, triangular, como ojo de buey, cuadrada…, también podemos elegir el sistema de apertura que mejor se adapte a nuestras necesidades, ya sea para una puerta o para una ventana, aunque las oscilobatientes solo se recomiendan en el caso de las ventanas, ya que una desproporción o un peso excesivo puede hacer peligrar la efectividad del sistema.